
No hay marcha en Nueva York
¿A quién no le gusta reescribir su pasado? De esto hablaba el otro día con mi psicóloga. Le explicaba que, cada vez que reviso mi biografía, no me reconozco en muchas de las cosas que hice, y que en cierto modo a veces me siento un fraude. ¿Cómo pude dejar pasar esa oportunidad? ¿Por qué me enamoré de aquel memo? ¿A santo de qué adopté una actitud durante años de la que hoy abjuraría? Entre todas esas cosas de las que reniego hay un arrepentimiento que presumo colectivo, y es Mecano. Todos coreamos alguna vez sus canciones. Hoy es un meme lo de «no hay marcha en Nueva York y los jamones son de York», pero ahí está, para nuestro escarnio, la huella que dejó en toda una generación. ¿Cómo mensajes tan simples llenaron estadios durante años? Un enigma a la altura de cualquier periodista experto en pandemias y ovnis.